domingo, 4 de mayo de 2025

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

La mayor parte de las promesas de nuestro Señor se refieren, especialmente, al beneficio de la persona a quien van dirigidas. La promesa que estamos considerando nos lleva a una gama mucho más amplia: Parece referirse a muchos otros fuera de aquellos a quienes él habló en primera instancia. ¿Por qué dice él? ¨El que cree en mí, como dice la Escritura" y en todas partes enseña que "de su interior correrán ríos de agua viva". "Eso dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él" (Jn. 7:39). Obviamente lo dijo en sentido figurado, al igual que las palabras anteriores: "Sed" y "beber". Pero todas las figuras de lenguaje usadas en las Escrituras contienen grandes verdades y respecto de la figura de los "ríos de agua viva" no es la excepción y voy a tratar de demostrarlo:

Sed espiritual

    (1) Por un lado, entonces, creo que nuestro Señor quiso decir que el que se acerca a Dios por la fe, recibirá un suministro abundante de todo lo que pueda necesitar para satisfacer las necesidades de su alma. El Espíritu le brindará un sentido permanente de perdón, paz y esperanza que será dentro de él como un manantial que nunca se seca. Se sentirá satisfecho con lo que dice la Palabra: "Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío y os lo hará saber" (Jn. 16:15). El Espíritu le mostrará que ya no tendrá ansiedad espiritual en cuanto a la muerte, el juicio y la eternidad. Puede tener sus rachas de oscuridad y duda por sus propias flaquezas o las tentaciones del diablo. Pero, hablando en general, en cuanto acude a Cristo con fe, encuentra en lo profundo de su corazón un manantial de consolación. Esto, comprendamos, es lo primero que contiene la promesa que estamos enfocando. "Solo ven a Mí, pobre alma ansiosa", parece decir nuestro Señor. "Solo ven a Mí y tu ansiedad espiritual encontrará alivio. Pondré en tu corazón, por el poder del Espíritu Santo tal sentido de perdón y paz, por Mi expiación e intercesión, que no volverás a tener sed. Podrás tener tus dudas, temores y conflictos mientras estás en la carne. Pero una vez que hayas acudido a Mí y, habiéndome aceptado como tu Salvador, nunca volverás a perder totalmente tu esperanza. La condición de tu hombre interior cambiará a fondo, de tal manera que sentirás como si dentro de ti hubiera un manantial del que fluye agua permanentemente".

    ¿Qué diremos de estas cosas? Declaro mi propia creencia de que cuando alguien realmente acude a Cristo por fe, encuentra que esta promesa se cumple. Quizá alguno puede ser débil en la gracia y tener cierto recelo sobre su propia condición. Quizá ni se atreva a decir que se ha convertido, que ha sido justificado, santificado y que es apto para recibir la herencia de los santos en luz. Pero, a pesar de todo eso, afirmo con plena seguridad que aun el creyente más humilde y débil tiene adentro algo de lo cual no se puede desprender, aunque todavía no lo comprenda del todo. ¿Y qué es ese "algo"? Es ese "río de agua viva" que comienza a correr en el corazón de cada hijo de Adán en cuanto viene a Cristo y bebe. En este sentido, creo que la maravillosa promesa de Cristo siempre se cumple.

    (2) Pero, ¿es esto todo lo que contiene la promesa que estamos enfocando? De ninguna manera. Queda mucho más por decir. Creo que nuestro Señor quiso que comprendiéramos que el que acude a él con fe, no solo tendrá una abundancia de todo lo que necesita para su propia alma sino que también será una fuente de bendición para el alma de otros. El Espíritu que mora en él lo convertirá en un manantial de bien para sus prójimos, de manera que en el día final se sabrá con toda certeza que de él fluían "ríos de agua viva".

    Esta es la parte más importante de la promesa de nuestro Señor y lleva a un tema que rara vez captan y comprenden muchos cristianos. Pero es uno de profundo interés y merece más atención de la que recibe. Creo que esto es una verdad de Dios. Creo que así como "ninguno de nosotros vive para sí" (Ro. 14:7), el hombre no se convierte solo para sí y que la conversión de un hombre o una mujer, siempre lleva a la conversión de otros, por la maravillosa providencia de Dios. No digo ni por un momento que todos los creyentes lo saben. Creo que es mucho más probable, que hay muchos que viven y mueren en la fe, sin tener conciencia de haberle hecho un bien a algún alma. Creo que en la mañana de resurrección y el Día del Juicio, cuando sea revelada la historia secreta de todos los cristinos, habrá pruebas de que el significado completo de la promesa que estamos enfocando nunca ha fallado. Dudo que habrá algún creyente que no haya sido para alguien un "río de agua viva", un canal por medio del cual el Espíritu ha dado gracia salvadora. Aun el ladrón arrepentido, con lo breve que fue su tiempo después de arrepentirse, ¡ha sido motivo de bendición para miles de almas!