(c) La batalla del cristiano es buena porque se libra con la mejor de las promesas. Cada creyente cuenta con grandísimas y preciosas promesas -todas Sí y Amén en Cristo-, promesas que serán cumplidas indefectiblemente porque el que prometió no puede mentir y tiene el poder, al igual que la voluntad, de cumplir su palabra. "El pecado no se enseñoreará de vosotros". "Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies". "El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo". "Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán". "No perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano". "Al que a mí viene, no le echo fuera". "No te desampararé, ni te dejaré". "Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida,...ni lo presente, ni lo porvenir,... nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro" (Ro. 6:14; 16:20; Fil. 1:6; Is. 43:2; Jn. 10:28; 6:37; He. 13:5; Ro. 8:38-39). ¡Palabras como éstas valen su peso en oro! ¿Quién no sabe que la promesa de que vendrían refuerzos alegró a los defensores de ciudades sitiadas, como Lucknow, y dio fuerzas más allá de las normales? ¿Acaso no hemos oído que la promesa de "refuerzos antes del anochecer" tuvo mucho que ver con la poderosa victoria de Waterloo? No obstante, promesas como éstas no son nada comparadas con el rico tesoro del creyente: Las promesas eternas de Dios. ¡Esto sí que es bueno!
viernes, 18 de octubre de 2024
SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)
(b) La batalla del cristiano es buena porque se libra con la mejor de las ayudas. Por más débil que sea el creyente, el Espíritu Santo mora en él y su cuerpo es el templo del Espíritu Santo. Escogido por Dios el Padre, lavado en la sangre del Hijo, renovado por el Espíritu, no va a la batalla bajo su propia responsabilidad y nunca está solo. Dios el Espíritu Santo le enseña, dirige, guía y conduce cada día. Dios el Padre lo guarda con su poder divino. Dios el Hijo intercede por él a cada momento, como Moisés en el monte, mientras estaba peleando en el valle. ¡Una cuerda triple como esta nunca puede romperse! Sus provisiones y pertrechos diarios nunca fallan. Su comisariado nunca es defectuoso. Su pan y su agua son cosas seguras. ¡Por más débil que parezca y aunque se considere a sí mismo como un gusano, es fuerte en el Señor para hacer grandes cosas! ¡Esto sí que es bueno!