viernes, 30 de agosto de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

(3) Santificación también es la única certeza de la evidencia de que el Espíritu Santo mora en él, lo cual es esencial en la salvación. "Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él" (Ro. 8:9). El Espíritu no se mantiene dormido ni inactivo dentro del alma: Siempre da a conocer su presencia por el fruto que causa que nazca en el corazón, en el carácter y en la vida. "El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza" y cosas similares (Gá. 5:22, 23). Donde existen estas virtudes, allí está el Espíritu; donde faltan, los hombres están muertos para Dios. El Espíritu es comparado con el viento y, como el viento, no se ve con ojos físicos. Pero así como sabemos que hay viento por el efecto que produce en las olas, en los árboles y en el humo, podemos también saber que el Espíritu está en alguien por los efectos que produce en su conducta. Es necio suponer que tenemos el Espíritu si no andamos en el Espíritu (Gá. 5:25). Podemos depender de esto con gran certeza: Que donde no hay un vivir santo, no hay Espíritu Santo. El sello que el Espíritu estampa en el pueblo de Dios, es santificación. Todos los que de hecho son "guiados por el Espíritu de Dios, estos", estos únicamente, "son hijos de Dios" (Ro. 8:14).

(4) Santificación también es la única señal segura de la elección de Dios. Los nombres y la cantidad de escogidos son algo secreto, sin duda, que Dios sabiamente se ha guardado para él y no ha revelado al hombre. No nos es dado en este mundo estudiar las páginas del libro de la vida y ver los nombres que contiene. Pero hay una realidad clara y simple de la elección y es esta: Que los hombres y mujeres escogidos pueden ser conocidos y distinguidos por su vida santa. Está escrito expresamente que son...

            - "Elegidos... en santificación",

            - "Escogido[s]... para salvación, mediante la santificación",

            - "Los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo" y

            - "nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos".

Por esto, cuando Pablo vio el obrar de la "fe" y el "amor" en la práctica y la "esperanza paciente" de los creyentes tesalonicenses dijo: "Conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección" (1 P. 1:2; 2 Ts. 2:13; Ro. 8:29; Ef. 1:4; 1 Ts. 1:3, 4).

El que se vanagloria de ser uno de los escogidos mientras que, intencional y habitualmente, vive en pecado, sólo se engaña a sí mismo y blasfema. Por supuesto que es difícil saber lo que realmente es la gente; muchos que parecen bastante buenos externamente, pueden resultar hipócritas con un corazón corrupto. Pero el individuo en el que no hay, al menos, alguna indicación externa de santificación, podemos estar seguros de que tampoco es escogido. El catecismo de la Iglesia Anglicana, sabia y correctamente, enseña que el Espíritu Santo "santifica a todo el pueblo escogido de Dios".