jueves, 8 de agosto de 2024

SANTIDAD - J. C. RYLE (1816-1900)

 

Las preguntas

4. En cuarto lugar: ¿Es sabio afirmar tan positiva y violentamente, como muchos lo hacen, que el séptimo capítulo de la Epístola a los Romanos no describe la experiencia del santo consagrado, sino la experiencia del hombre no regenerado o del creyente débil y no firme todavía? Lo dudo.

Admito plenamente que este punto es uno que ha sido discutido durante dieciocho siglos, de hecho, desde la época de San Pablo. Admito plenamente que cristianos insignes de hace cien años, como John y Charles Wesley, Fletcher y ni mencionar algunos escritores prominentes de nuestra propia época, mantienen firmemente que Pablo no estaba describiendo su propia experiencia de aquel momento, cuando escribió este séptimo capítulo. Admito plenamente que muchos no pueden ver lo que muchos otros y yo vemos: A saber, que Pablo no dice nada en este capítulo que no coincida precisamente con la experiencia registrada de los santos más renombrados de todas las épocas y que sí dice varias cosas, que ninguno que no sea creyente ni que sea un creyente débil, jamás pensaría ni podría decir. Por lo menos, esto me parece a mí. Pero no entraré en una discusión detallada sobre el capítulo.

Lo que sí quisiera enfatizar es el hecho que los mejores comentaristas en cada período de la Iglesia, casi invariablemente, han aplicado el séptimo capítulo de Romanos a creyentes maduros. Los comentaristas que no comparten esta posición han sido, con unas pocas excepciones, los romanistas, los socinianos y los arminianos. Contra la posición de ellos están casi todos los reformadores, casi todos los puritanos y los mejores teólogos evangélicos modernos. Pueden decirme, por supuesto, que nadie es infalible y que los reformadores, los puritanos y los teólogos modernos a los que me refiero están totalmente equivocados y que los romanistas, socinianos y arminianos tenían razón. Pero, aunque no pido que nadie llame a los reformadores y los puritanos "maestros", les pido que lean lo que dicen sobre este tema y que respondan a sus argumentos, si es que pueden. ¡Hasta ahora, nadie lo ha hecho! Decir, como dicen algunos, que no quieren "dogmas" y "doctrinas" humanas no es una respuesta. La cuestión para determinar es: "¿Cuál es el significado de un pasaje de las Escrituras? ¿Cómo hay que interpretar el séptimo capítulo de la epístola a los Romanos? ¿Cuál es el verdadero sentido de sus palabras?". Sea como sea, recordemos que hay una gran realidad que no podemos ignorar. Por un lado están las opiniones y la interpretación de los reformadores y puritanos, y, por el otro, las opiniones e interpretaciones de los romanistas, socinianos y arminianos. Que esto quede muy claro.

En vista de una realidad como esta, tengo que protestar contra el lenguaje burlón, provocador y despectivo que últimamente ha sido usado a menudo por algunos de los defensores de lo que tengo que llamar el punto de vista arminiano del séptimo capítulo de Romanos, cuando hablan de las opiniones de sus opositores. Lo menos que podemos decir es que tal lenguaje es impropio y contraproducente para ellos. Una causa que es defendida con tal lenguaje es, con razón, sospechosa. La verdad no necesita esta clase de armas. Si no podemos coincidir con alguien, no tenemos que hablar de sus puntos de vista con descortesía y desprecio. Una opinión que es apoyada por hombres como los mejores reformadores y puritanos, quizá no convenza a todas las mentes en este siglo, pero igualmente se debe hablar de ella con respeto.