jueves, 1 de agosto de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 

UN LLAMADO A QUE LA IGLESIA GUARDE EL CORAZÓN

4. Si nuestro corazón se guarda fielmente, todos los tiempos con Dios nos darán consuelo y provecho.

Si nuestro corazón estuviese en la disposición correcta, tendríamos una viva comunión con Dios cada vez que nos acercásemos a Él. Podríamos decir con David "Dulce será mi meditación en Él" (Salmos 104:34).

Es la indisposición del corazón lo que hace que las ordenanzas y las oraciones en privado de algunos no sean de consuelo. Luchan por elevar sus corazones a Dios, utilizando primero un argumento y luego otro para avivarse y emocionarse, sin embargo, a menudo han casi terminado el tiempo antes de que sus corazones comiencen a interesarse, y algunas veces acaban yéndose igual que vinieron.

Pero el cristiano que está preparado porque guarda su corazón constantemente, entra inmediatamente y de todo corazón a sus tiempos con Dios; supera a su vecino perezoso y obtiene el primer atisbo de Cristo en los sermones, el primer sello de Cristo en un sacramento, la primera comunicación de gracia y amor en sus oraciones privadas. Si ha de haber algo valioso y que traiga consuelo en las ordenanzas y tiempos privados con Dios, observemos nuestro corazón y guardémoslo.

5. Un conocimiento de nuestro propio corazón nos proveerá de una fuente de motivos para la oración.

La persona que es diligente al trabajar su corazón, tendrá un suministro rico de asuntos que presentar a Dios. No se verá confundida con una falta de pensamientos, ni a su lengua le faltarán expresiones.

6. La cosa más deseable del mundo, es decir, el avivamiento de la fe en un pueblo, puede efectuarse por medio de aquello a lo que estamos instando.

¡Oh, cuánto desearía ver el tiempo en el que la gente que dice ser cristiana no anduviese haciendo demostraciones vanas! ¡Un tiempo en el que no se sintiesen más contentos con ganar renombre para sus vidas, mientras están espiritualmente muertos! ¡Un tiempo en que no siguiesen siendo compañeros de personas vanas e infladas, sino que la santidad brillara en su conversación y asombrase al mundo! ¡Un tiempo en que su hablar produjese reverencia de todos los que les rodeasen y les hiciera decir "Dios está en verdad en estas personas"!

¿Podemos esperar un tiempo así? ¡Hasta que trabajar el corazón se convierta en la ocupación de los que profesan ser creyentes, no espero ver tal bendición!
¿No es triste ver cómo la fe es despreciada y pisoteada, y los que la profesan son ridiculizados y menospreciados en el mundo? Aquellos que la profesan ¿no recuperaremos su crédito? ¿No buscaremos obtener un testimonio honroso en la conciencia de nuestros mismos enemigos?