domingo, 21 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 
3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

10. EL TIEMPO DE DUDA Y DE OSCURIDAD ESPIRITUAL.

MOTIVOS PROPIOS PARA EL ABATIMIENTO

6. La falta de respuesta a la oración

¿Es la aparente falta de respuesta a la oración motivo de nuestro abatimiento? ¿Estamos dispuestos a decir: "Si Dios tuviese algún tipo de preocupación por mi alma habría escuchado mis peticiones antes; pero no tengo respuesta de Él, por tanto no hay interés"?

Esperemos un momento. Aunque el hecho de que Dios aborrezca y finalmente rechace la oración es evidencia de que rechaza a la persona que ora, ¿nos atrevemos a concluir que Él nos ha rechazado porque una respuesta a nuestra oración se retrasa o porque no hemos descubierto que ya está concedida?

"¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?" (Lucas 18:7). Otros han tropezado en el mismo sitio que nosotros: "Cortado soy de delante de tus ojos; Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba" (Salmos 31:22).

¿Acaso no hay algo en nuestra experiencia que indique que nuestras oraciones no son rechazadas, aunque la respuesta a las mismas se retrase? ¿No estamos dispuestos a continuar orando aunque no veamos una respuesta? ¿No estamos dispuestos a atribuir rectitud a Dios mientras consideramos la causa de su silencio como algo que está dentro de nosotros? Así lo hizo David: "Dios mío, clamo de día y no respondes; Y de noche, y no hay para mí reposo. Pero tú eres santo" (Salmos 22:2-3).

Preguntémonos si el retraso de la respuesta a nuestra oración nos incita a examinar nuestro corazón y probar nuestros caminos para que podamos eliminar la dificultad. Si es así, tenemos motivo para sentirnos humildes, pero no para desesperar.

*******

Así hemos mostrado cómo guardar el corazón en las temporadas de oscuridad y duda. Que Dios evite que ningún corazón falso pueda tomar aliento de estas cosas. Es lamentable que cuando damos a cada uno su parte, el santo y el pecador tienden a tomar la parte del otro.