sábado, 20 de julio de 2024

GUARDANDO EL CORAZÓN - JOHN FLAVEL

 

3- TIEMPOS QUE REQUIEREN UN CUIDADO ESPECIAL DEL CORAZÓN

10. EL TIEMPO DE DUDA Y DE OSCURIDAD ESPIRITUAL.

MOTIVOS PROPIOS PARA EL ABATIMIENTO

4. Falta de emoción en la devoción en privado

Las dudas y miedos podrían venir de una carencia de emoción en privado que sí encontramos en los ejercicios públicos. Consideremos entonces si hay alguna circunstancia al atender a la devoción en público que está particularmente calculada para despertar nuestros sentimientos y elevar nuestra mente, y que no puede afectarnos en privado. De ser así, si nuestra comunión secreta está siendo realizada con fidelidad y de manera adecuada, puede ser provechosa aunque no tenga todas las características de la que hacemos en público.

Si pensamos que tenemos ensanchamiento y deleite espiritual en el ejercicio público mientras descuidamos los tiempos con Dios en privado, sin duda nos engañamos. Ciertamente, si estamos descuidando la devoción privada o no nos importa la misma, hay grandes razones para temer. Pero si las realizamos con regularidad y fidelidad, no se puede concluir que sean vanas e inútiles o que no tengan gran valor solo porque no sean atendidas con tanta emoción como a veces encontramos en público.

¿Y qué si al Espíritu le agrada más favorecerte con su influencia llena de gracia en un lugar y momento que en otro? ¿Debería eso ser motivo para la murmuración y la incredulidad, o más bien un motivo para agradecer?

5. Las sugerencias del enemigo

Las sugerencias blasfemas y viles de Satanás a veces causan gran confusión y angustia. Parecen poner un abismo de corrupción en el corazón y decirnos que no hay gracia en él. Pero puede haber gracia en un corazón en el que tales pensamientos se inyectan, aunque no en un corazón que consiente y disfruta de esos pensamientos.

Preguntémonos si aborrecemos y nos oponemos a esos pensamientos, si nos negamos a abandonarnos a su influencia, y si luchamos por mantener pensamientos reverentes y santos acerca de Dios y de todas las cosas de la fe. Si es así, tales sugestiones son involuntarias, y no son evidencia contra nuestra piedad.