Si no reconoces tu pecado, no valorarás la gracia.
Si no valoras la gracia, no buscarás el perdón y el rescate que esta provee.
Haré esta confesión,
aunque me duela hacerlo:
Soy un hábil
autoestafador.
Soy muy bueno para cometer
acciones fraudulentas
con mi moralidad.
A menudo, pretendo
tener justicia que
simplemente no tengo.
Es muy fácil para mí
decir que mis malas obras
no son tan malas.
Y, al minimizar la gravedad
de mi condición fatal,
devalúo la gracia
que es mi única esperanza de
ser rescatado,
ser transformado,
ser liberado.
Señor,
por favor aplasta mi corazón
con la culpa de mi pecado,
para que puedas llenarlo de nuevo
con la gloria de Tu
gracia redentora.
Para profundizar y ser alentado: Salmo 38