miércoles, 15 de abril de 2020
15 de abril - ¿Dónde estás? - Ray Stedman
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A mí me resulta de lo más
sorprendente que todas las religiones, aparte del cristianismo, comiencen con
el tema del hombre buscando a Dios. Solo la Biblia empieza con el tema de
Dios buscando al hombre. Eso destaca una diferencia esencial entre nuestra fe
cristiana y las otras grandes religiones en el mundo. Es más, esta primera
pregunta aquí en el Antiguo Testamento concuerda con la primera pregunta que
se hace en el Nuevo Testamento. Aquí Dios le está preguntando al hombre:
“¿Dónde estás?”, y en el Nuevo Testamento, en Mateo, la primera pregunta que
aparece es la de unos sabios que vienen preguntando: “¿Dónde está él?” (Mateo
2:2).
Si tomamos literalmente este relato
en el huerto (como creo que debemos de hacerlo) está claro que Dios habitualmente
le aparecía a Adán de alguna forma visible, porque ahora Adán y Eva,
sintiéndose culpables por su desnudez, se ocultan de Dios cuando oyen el
sonido de Sus pasos en el huerto. Esto indica una acción acostumbrada por
parte de Dios. Él vino en el fresco del día, no porque eso fuese más
agradable para Él sino porque era más agradable para el hombre, y
habitualmente tenía alguna forma de comunicación con el hombre. Sabemos por
lo que dice en el resto de las Escrituras que siempre que Dios aparece de forma
visible en alguna manifestación, es siempre la segunda persona de la Deidad,
el Hijo. Si eso es cierto, tenemos aquí lo que se denomina una teofanía, es
decir una manifestación visible de Dios antes de la encarnación. Por lo
tanto, el que aquí pregunta a Adán y Eva: “¿Dónde estás?” es el mismo acerca
del cual más adelante los hombres preguntarían: “¿Dónde está el rey de los
judíos que ha nacido?” (Mateo 2:2a).
Fíjese el lector en la importancia
de esta pregunta: “¿Dónde estás?” Cuando las personas están perdidas, esta es
la pregunta más importante que pueden hacer: “¿Dónde estoy?” Imagínese usted
que sonase el teléfono y usted lo contestase para oír una voz decir: “Me
gustaría venir a su iglesia esta mañana. Creí que sabía cómo llegar, pero me
siento muy confusa. ¿Puede usted ayudarme?” ¿Cuál sería la pregunta que haría
usted? “¿Dónde está usted?” Esa es siempre la primera: “¿Dónde está usted?”
Hoy estamos buscando una manera de
escapar de una situación muy confusa que prevalece en nuestro mundo. No lo haremos
nunca hasta que no empecemos preguntando: “¿Dónde está usted? ¿Dónde estoy
yo?” Tal vez el motivo por el que muchos no pueden encontrar ayuda hoy es porque no pueden o no quieren contestar a esta pregunta. Hágase usted la
pregunta. ¿Dónde está usted? Durante el curso de su vida, desde el nacimiento
hasta la muerte, moviéndose como espera usted hacerlo para desarrollar la
estabilidad de carácter, honradez, integridad del ser, todas estas cualidades
que admiramos en otras personas y queremos para nosotros mismos, ¿dónde está
usted? ¿Hasta dónde ha llegado? Hasta que no pueda usted contestar a esto, al
menos en algún sentido, no hay posibilidad de que consiga ayuda.
Tal vez muchos de ustedes tendrán
que decir: “No sé dónde estoy; solo sé que no estoy donde debería estar o
donde quiero estar. Esto es todo cuanto puedo decir”. Si es eso todo lo que
puede usted decir, al menos eso es una respuesta sincera y, por lo tanto, es
la respuesta de más ayuda que puede dar. En ese sentido, es la única
respuesta correcta.
Señor, ayúdame a examinarme a mí
mismo haciéndome esta pregunta: “¿Dónde estoy?” Te doy gracias porque es por
Tu gracia y por Tu amor por lo que me haces esta pregunta.
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Aplicación a la vida
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La Biblia presenta de una manera
única a Dios buscando al hombre. ¿Cómo contestamos nosotros cuando Dios nos
pregunta: “¿Dónde estás?” ¿Le contestamos de manera honesta, conscientes de
que es preciso un cambio?
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