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Aquí tenemos un maravilloso relato
condensado de algunas cosas enormemente significativas. No creo que tengamos
necesidad de valernos de argucias acerca de cómo formó Dios el cuerpo del
hombre. ¿Cogió un montón de barro, lo mojó en agua para hacer una especie de
estatua de barro para a continuación soplar la vida al hombre? Nadie lo sabe.
Indudablemente cuando pensamos en el milagro de la concepción y del
nacimiento, no tenemos necesidad de preguntar acerca de la habilidad de Dios
para crear al hombre a Su propia manera asombrosa. Tal vez el suceso tuviese
lugar siguiendo la línea del desarrollo del nacimiento. No creo que debamos
de preocuparnos por algunas de las preguntas acerca de las cuales las
personas han peleado en el pasado. Poco importa si Adán tuvo o no un ombligo.
Lo que se nos dice aquí es que existen tres divisiones del hombre.
Dios empezó por hacer el cuerpo del
hombre y lo hizo del polvo de la tierra. Indudablemente es verdad que los
mismos elementos que se encuentran en el polvo de la tierra se encuentran
también en el cuerpo de los seres humanos. Esto es algo que se ha comprobado
que es una realidad porque volvemos al polvo.
Puede que no entendamos totalmente lo
que esto significa al leer estas profundas frases acerca de la formación del
cuerpo del hombre, pero es importante que nos fijemos en que, aunque
evidentemente el cuerpo del hombre fue formado primero, el texto mismo no
dice “cuerpo” sino que dice: “formó al hombre del polvo de
la tierra”. Creo que esto resulta significativo. El hombre es más que un
cuerpo, no es sencillamente una pieza animada de filete de ternera o un
pedazo de carne con un sistema nervioso. Es más que un cuerpo, pues posee un
alma además de un cuerpo. Las funciones del alma están unidas, de forma
maravillosa, con las del cuerpo de maneras que nosotros no hemos ni siquiera
empezado a comprender.
Por ejemplo, las funciones del alma
(en gran parte la razón, las emociones y la voluntad) son también funciones
de nuestra vida física. La razón está relacionada con el cerebro, porque es
solo cuando funciona el cerebro cuando sucede el razonamiento. Las glándulas
tienen un gran poder sobre nuestra vida emocional, y por ello las funciones
del alma están unidas de una manera extraordinaria con el cuerpo y nadie
puede entender completamente el misterio de todo ello. Al formar al hombre,
Dios hizo al mismo tiempo el cuerpo y el alma, con las capacidades necesarias
para que funcionase el alma, que se encontraba inactiva en el cuerpo del
hombre.
Entonces, en este cuerpo con un
alma inactiva, sopló un espíritu vivo por las ventanas de su nariz. La
frase aliento de vida significa en hebreo: “espíritu de vida”. La
palabra para aliento y para espíritu es la
misma, de manera que esto es más que una sencilla imagen de Dios soplando en
las narices del hombre. No se trata aquí de una resucitación cara a cara,
sino que se refiere a impartir el espíritu al hombre. El espíritu es nuestra
naturaleza esencial, y esto es lo que distingue al hombre de manera tan
extraordinaria de la creación animal. De este modo el hombre se convierte en
un ser que existe con un cuerpo, un alma y un espíritu.
¡Señor, te alabo porque he sido
creado de una manera asombrosa y maravillosa!
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Aplicación a la vida
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Así como una bombilla requiere
electricidad para funcionar, así nuestra humanidad, que es tripartita, está
diseñada para utilizar el espíritu viviente de Cristo para funcionar
apropiadamente. ¿Cómo es la luz que estamos emitiendo?
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