lunes, 6 de abril de 2020
6 de abril - Las alturas y las profundidades - Ray Stedman
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Al observar la gente el océano a su
alrededor y el cielo en las alturas, ve lo que es esencialmente una atmósfera
alienígena.
El océano, de sí mismo, es hostil a
la vida humana. Podemos nadar en el océano, pero no por mucho tiempo. Si de
pronto nos tiraran en medio del océano sin ningún tipo de apoyo, no
duraríamos mucho tiempo. Es absolutamente ajeno a nosotros. El aire en lo alto,
aunque provee lo que respiramos para sostener la vida, es un ámbito extraño en lo que respecta al transporte.
La mitología griega nos cuenta la
historia de Ícaro, un hombre joven que soñaba con volar como los dioses.
Ambos él y su padre eran prisioneros, y para escapar de su prisión, su padre
hizo alas de plumas y cera. Aunque le previno de que no volara demasiado
cerca del sol, Ícaro no escuchó, y al volar en lo alto del cielo las alas se
derritieron, y se cayó al mar y murió. La gente ha estado soñando de volar
durante siglos, pero nunca ha podido hacerlo, aparte de la tecnología. Así
que hay dos ámbitos en el mundo natural en los cuales los humanos no pueden
operar eficazmente.
Los océanos son una imagen de una
humanidad estéril y que no ha sido redimida, el mundo sin Cristo, el mundo de
la sociedad organizada con sus sistemas de valores, sus estructuras de poder
y sus métodos de operación. Como cristianos, usted y yo bien sabemos que si
los creyentes individuales intentan vivir en ese tipo de mundo con sus
propios recursos, están perdidos. No pasará mucho tiempo antes de que su vida
espiritual sea sofocada y se encuentren incapaces de vivir espiritualmente.
Si tratan de hacerlo por sí mismos, están perdidos y se ahogarán.
Por el otro lado, la atmósfera es
una imagen de la vida espiritual, el sitio donde vivimos en el ámbito de la
realidad divina, una vida que es agradable a Dios. Aquí de nuevo, si los
creyentes individuales intentan operar en este ámbito por sus propios
recursos, no se morirán, pero no conseguirán nada. Intentar vivir la vida
cristiana en las energías de la carne, en un esfuerzo dedicado y sincero para
hacer lo que es agradable a Dios, aparte de la dependencia sobre la vida del
Espíritu de Dios dentro de nosotros, siempre termina en frustración y
confusión. Esto es lo que descubren los cristianos al seguir adelante: que no
son hechos para este ámbito; no pueden operar en sí mismos. Se encuentran
como una persona que intenta volar por el cielo usando sus propios brazos:
frustrados, confusos, impotentes e incapaces de operar.
Pero he aquí una imagen del quinto
día: por una impartición de la vida divina, de la cual la humanidad aprende a
depender, un creyente puede vivir en el ambiente hostil del mundo como un pez
vive en el mar: elegantemente, poderosamente, abundantemente. La gente puede
aprender a operar en este ámbito y vivir en una atmósfera hostil eficazmente.
Así mismo, en esa atmósfera enrarecida de la vida espiritual donde una caída
sería fatal, un creyente, dependiendo sobre la vida de Dios en sí, puede
volar como un pájaro.
Enséñame, Señor, esperar en Ti para
que pueda levantar alas como las águilas (Isaías 40:31).
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Aplicación a la vida
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¿Cómo presentan los cielos y los
océanos una imagen de donde no podemos sobrevivir o ser eficaces? ¿Cómo es
posible vivir en el ambiente hostil del mundo con gracia y poder adecuados?
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