lunes, 19 de agosto de 2019
19 de agosto – LA PLENA INFLUENCIA DE LO INVISIBLE
Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera
nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día. Pues los
sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna
que vale muchísimo más que todo sufrimiento. Así que no nos fijamos en lo
visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo
que no se ve es eterno. 2 Corintios 4:16-18.
Pablo es contado entre
los más valientes de los valientes. También notamos con admiración cómo el
héroe de tantos peligros y conflictos podía hervir con fervor y, sin embargo,
tenía uno de los espíritus más calmados y apacibles. Había aprendido a vivir
más allá de aquellas circunstancias que preocupan y perturban, había transitado
entre las sombras del tiempo y entrado a poseer las realidades de la eternidad.
No ponía su confianza en las cosas que se ven, sino que confiaba por completo
en aquellas que no se ven; y, como consecuencia, entró en una paz profunda y
hermosa que lo hizo fuerte, resuelto, firme, inconmovible. Le pido a Dios que
todos podamos adquirir el arte de Pablo de estar «siempre confiado», su hábito
de renovar el hombre interior de día en día. ¿No estamos demasiado aptos para
vivir en el presente inmediato que se revela por medio de los sentidos? Los
proyectos de un buey no cambian de día en día: beber del arroyo o permanecer en
los verdes pastos es su todo en todo. Así sucede con la mayoría de los hombres;
sus almas están atadas a sus cuerpos, presas en las circunstancias diarias. Si
pudiéramos liberarnos por completo de la carga de las cosas que vemos y
sentimos y pudiéramos sentir la influencia de lo invisible y lo eterno, ¡cuánto
del cielo disfrutaríamos incluso antes de alcanzar la ribera celestial!
A través de la Biblia en un año: Salmos 17-20
18 de agosto – UNA FE QUE SE LANZA
Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo
hago también él las hará, y aún las hará mayores, porque yo voy al Padre. Juan 14:12.
¡Oh, que no nos gloriemos
en algo más que no sea la cruz! Por mi parte, estoy contento de ser un tonto,
si el Antiguo Testamento se considera una tontería. Lo que es más, estoy
contento de perderme si el sacrificio de Jesús no trae la salvación. Estoy tan
seguro de lo que creo que si me quedara solo en el mundo como el único creyente
en la doctrina de la gracia, no pensaría en abandonarla, ni en transformarla un
poco para ganar a otra persona.
«Cuando venga el Hijo
del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?» (Lucas 18:8), la clase de fe que
merece de nosotros. ¿Creemos en Jesús de forma práctica, con un estilo que se
centra en los hechos? ¿Es nuestra fe hecho y no ficción? Si hemos conocido la
verdad de la fe, ¿tenemos el grado de fe que debemos tener? Solo piensa en
esto: «Les aseguro que si tienen fe tan pequeña como un grano de mostaza,
podrán decirle a esta montaña: “trasládate de aquí para allá» (Mateo 17:20).
¿Qué quiere decir esto? Hermanos, ¿no nos hemos salido de la vía? ¿Sabemos, por
lo menos, qué significa tener fe? A veces me cuestiono si creemos de verdad.
¿Qué señales siguen a nuestra creencia? Cuando pensamos en los prodigios que
pudiera hacer la fe, cuando consideramos las maravillas que nuestro Señor
pudiera haber hecho entre nosotros si no hubiera sido por nuestra incredulidad,
¿no nos sentimos humillados? ¿Nos hemos lanzado alguna vez a las profundidades
confiando por completo en el Dios eterno? ¿Nos hemos aferrado a las promesas de
Dios y descansado solo en el brazo del Omnipotente, el cual es más que
suficiente para hacer cumplir cada promesa?
A través de la Biblia en un año: Salmos 13-16