Al sentir que se me iba la vida, me acordé del Señor, y mi
oración llegó hasta ti, hasta tu santo templo. Los que siguen a ídolos vanos
abandonan el amor de Dios. Yo, en cambio, te ofreceré sacrificios y cánticos de
gratitud. Cumpliré las promesas que te hice. ¡La salvación viene del Señor!
Jonás 2:7-9.
Desde el principio la
dificultad ha sido llegar al final de uno, porque cuando un hombre llega al fin
de sí mismo, ha llegado al comienzo de la obra de Dios. Cuando uno está vaciado
y no queda nada en lo absoluto, entonces toda la misericordia del pacto de la
gracia es suya. Puede que yo tenga dudas en cuanto a si la gracia de Dios se
ejercerá en ciertos casos pero no puedo presentar ninguna duda acerca de la
liberalidad de la gracia divina para un alma que está vacía, para un alma que
está lista para perecer, para un alma que está buscando a Dios y que tiene
hambre y sed de justicia. Una vez que tu alma esté tan consciente de tu pecado
que toda esperanza de salvación por tus propias obras quede abandonada y
sientas que estás completamente condenado, entonces Jesucristo es tuyo porque
él vino a llamar, no a justos, sino a pecadores. Así que acéptalo como tuyo,
tómalo, recíbelo ahora. Dios ha hecho que Cristo sea la plenitud para llenar
nuestro vacío, la justicia para nuestra injusticia, la vida para nuestra
muerte, la salvación para nuestra condenación, el todo en todo para nuestra
pobreza, nuestra miseria, nuestro pecado.
A través de la Biblia en un año: Deuteronomio
21-24