viernes, 29 de marzo de 2019
29 de marzo – COMPASIÓN POR OTROS
Ríos de lágrimas corren por mis mejillas porque ha sido
destruida la capital de mi pueblo. Se inundarán en llanto mis ojos, sin cesar y
sin consuelo, hasta que desde el cielo el Señor se digne mirarnos.
Lamentaciones 3:48-50.
Mientras más nos
convirtamos en lo que debemos ser, más dominará la compasión nuestros
corazones. ¿Qué dijo el Señor Jesucristo, que es el modelo y el reflejo de la
hombría perfecta, con respecto a los pecados y a las aflicciones de Jerusalén?
Él sabía que Jerusalén debía perecer, ¿enterró él su pena tras el hecho del
decreto divino y endureció su corazón por la idea de la soberanía o la justicia
que sería resplandeciente en la destrucción de la ciudad? No, él no, sino que
lloró con ojos que borboteaban como una fuente: «¡Jerusalén, Jerusalén, cuántas
veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de
sus alas, pero no quisiste!» Si vas a ser como Jesús, debes ser tierno y
compasivo. Serías el opuesto extremo de él si pudieras sentarte con un
contentamiento sombrío y, con una filosofía estoica, convertir en piedra toda
la carne que hay en ti. Si es natural, entonces, y por encima de todo, si es
natural de la naturaleza dada por la gracia, les imploro, dejen que sus
corazones se muevan con piedad; no resistan ver la muerte espiritual de la
humanidad. Agoniza cada vez que contemples la ruina de cualquier alma de la
simiente de Adán.
Sin duda que los que
reciben misericordia deben mostrar misericordia; aquellos que deben todo lo que
tienen a la piedad de Dios no deben mostrarse despiadados para con sus
hermanos. Encontrarás en todas partes por todo el evangelio que este habla de
amor fraternal, de compasiva misericordia y de una piedad que llora. Déjame
implorarte que creas que es necesario así como justificable que sientas
compasión por los hijos de los hombres.
A través de la Biblia en un año: Hechos
17-19