sábado, 21 de julio de 2018
JULIO 21
“Y los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los
que enseñan a justicia la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad”.
Daniel 12:3.
Aquí hay algo para
despertarme. Vale la pena vivir para esto. El ser entendido es en sí una cosa
noble; en este lugar se refiere a la sabiduría divina que sólo el Señor puede
dar. ¡Oh, que me conozca a mí mismo, a mi Dios y a mi Salvador! Ojalá sea yo
tan divinamente instruido que pueda poner en práctica la verdad celestial y
vivir en su luz. ¿Vivo yo una vida prudente? ¿Estoy buscando lo que debo
buscar? ¿Estoy viviendo como desearía haber vivido cuando llegue a morir?
Solamente tal entendimiento me asegurará la eterna brillantez como la de ese
firmamento resplandeciente.
Es un conocimiento
glorioso saber ganar almas. Es necesario que yo sea entendido si voy a enseñar
la justicia aun a uno; mucho más si la enseño a la multitud. ¡Oh, que tuviera
yo un conocimiento tal de Dios, de los hombres, de la Palabra y de Cristo, que
me capacitara para convertir a mis semejantes, y convertir a gran número de
ellos! A esto quisiera entregarme, y nunca descansar hasta efectuarlo. Esto
sería de más valor que las insignias que podía ganar en la corte. Esto me hará
una estrella, una estrella resplandeciente para siempre jamás; y aún más, me
hará resplandecer más que muchas estrellas. ¡Alma mía, despiértate! ¡Señor,
vivifícame!