martes, 22 de mayo de 2018
MAYO 22
“Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás: contra la ira
de mis enemigos extenderás tu mano, y salvaráme tu diestra”. Salmo 137:7.
Triste es andar en medio
de la angustia. No, bienaventurado es, puesto que hay para ello una promesa
especial. Dame una promesa y ¿dónde está la angustia? ¿Qué me enseña aquí el
Señor a decir? Pues esto: “Tú me vivificarás”. Tendré más vida, más energía y
más fe. ¿No pasa esto muchas veces, que la angustia nos vivifica como un soplo
de aire frio cuando estamos por desmayar?
¡Cuán enfurecidos están
mis enemigos y especialmente el gran enemigo! ¿Extenderé mi brazo y pelearé
contra mis adversarios? No, mi mano será mejor empleada en el servicio de mi
Señor. Además, no es necesario, porque mi Dios extenderá su brazo y Él
contenderá con ellos mucho mejor de lo que yo pudiera hacerlo si lo intentare. “Mía
es la venganza; yo pagaré, dice el Señor”. Él me salvará con su diestra de
poder y sabiduría, ¿y qué más puedo desear?
Ven, alma mía, habla
contigo misma acerca de esta promesa, hasta que puedas usarla como el cántico
de tu confianza y el consuelo de tu soledad. Ora tú que seas vivificado, y deja
lo demás con el Señor, que te favorece en todo.