jueves, 1 de febrero de 2018
FEBRERO 1
“Mas a vosotros los que
teméis mi nombre, nacerá el Sol de Justicia, y en sus alas traerá salud”.
Malaquías 4:2.
Esta
buena palabra, cumplida una vez en el primer advenimiento de nuestro glorioso
Señor, aún habrá de tener un cumplimiento en su segundo advenimiento, pero
también es para uso diario. ¿Está el lector en la oscuridad? ¿Se aumenta más la
oscuridad hasta hacerse más profunda? A pesar de esto no desmayemos, aún tiene
que levantarse el sol. Cuando la noche es más oscura, el alba está más próxima.
El sol
que nacerá no será de suerte común. Es el Sol de Justicia, cada rayo del cual
es santidad. El que nos viene a animar, viene en el camino de justicia tanto
como en el de misericordia, y no viene a infringir ninguna ley aun para
salvarnos. Jesús demuestra tanto la santidad de Dios como su amor. Nuestra
liberación, cuando venga, será segura porque será justa.
Nuestra
única interrogación debería ser: “¿Tememos el nombre del Señor? ¿Reverenciamos
al Dios vivo y andamos en sus caminos?” Entonces para nosotros la noche tiene
que ser otra; y cuando venga la mañana, toda la enfermedad y la tristeza de
nuestra alma habrán terminado para siempre. Luz, calor, gozo y claridad de
visión vendrán, y la sanidad de toda enfermedad y apuro seguirán después.
¿Ha
resplandecido Jesús sobre nosotros? Gocemos del sol. ¿Ha escondido Él su
rostro? Esperemos su salida. Él resplandecerá tan seguramente como el sol.